viernes, 15 de octubre de 2021

Los monstruos de Verónica Miranda, conjurados en un libro


Quienes han leído la poesía y narrativa de Verónica Miranda, a través de diversas publicaciones y antologías disgregadas en la escena de la literatura independiente nacional, saben que la también vocalista de la banda Mors, se caracteriza por mantener un estilo y una estética que se ha consolidado en proyectos robustos que ven la luz en este 2021.

            Pocos meses atrás, la editorial El Viaje y el Camino ya daba el salto con esta escritora, editando el libro de poesía: Jaulas. Ahora, para rematar el año, Verónica Miranda lanza la segunda edición de su libro de cuentos: La Conjura de los Monstruos (El Viaje y el Camino, 2021).  

            Conformado por once piezas narrativas, La Conjura de los Monstruos es una travesía atemporal y sin territorio fijo entre el terror, la fantasía y la sórdida mente de los personajes y sus historias, tan disimiles una de otras, tanto en ritmo como en temas. En evidente in crescendo, el libro abre con el cuento Las uñas, texto que relata el emotivo encuentro entre una chica que busca las uñas enterradas de su abuela y un viejo caracol que gusta de narrar sus recuerdos; subrayo su carácter emotivo porque es, quizá, el único cuento del libro en que Verónica Miranda conecta con una persona de su realidad inmediata: su abuela; en lo que también puede ser un claro homenaje, mientras que para el lector es un primer umbral que puede despistar al incauto, pues el cuento 9, 10,18, 22, 23, irrumpe con violencia brutal y cruda, donde la narración se torna denuncia ante el deshumanizado accionar del ejército, imagen no ajena para cualquiera que conozca un mínimo de historia nacional, pero que en el cuento de Miranda toma forma de una pesadilla que envuelve al lector.

            Ramsés I, Ella momia y Mors y el monstruo, son cuentos que tienen en común a personajes protagonistas que remiten a los clásicos monstruos del cine, nos referimos al hombre lobo, la momia y el monstruo de la laguna negra, pero sólo eso, porque de ahí en adelante, los personajes de Miranda se desarrollan en contextos y circunstancias inauditas, originales. Desde la desquiciante Ciudad de México y sus arrabales, hasta salas de museos y las aguas del Amazonas.  

            Zenobia y Entre familia, son dos cuentos en los que Miranda muestra su gusto por la Historia, pues en ellos logra recrear el ambiente idóneo para narrar dos piezas que tienen su trasfondo legendario: el mundo de circo y la vida de los siameses (Entre familia), y las grandes construcciones erigidas sobre sobre fosas comunes a manera de cimientos (Zonobia). Dos piezas bien logradas en las que es fácil olvidar, por un momento, las pantallas y las notificaciones de nuestro presente digital.

            El ser humano, el más ominoso de los monstruos, encuentra su variopinta exhibición de vilezas en los cuentos Burdel, Las mieles y Somatropina, cuentos que merecen una mención aparte y que podría abarcar varias cuartillas. Aquí nos basta con resaltar el claro y bien atinado tono erótico y patético del cuento Burdel. La miseria humana toma su justo lugar en este libro, con el cuento Las mieles, cuento que bien podría ser el retrato de una venganza pintado con alcohol, cocaína, anfetas y mucho odio, texto en el que también se confirma que los peores monstruos son casi siempre el resultado de viejos demonios, monstruos que pasan de ser víctimas a victimarios.

            Somatropina, por otra parte, también exhibe parte de la miseria humana, pero desde la perspectiva contraria, desde la perspectiva de un monstruo henchido de vanidad que ha logrado la perfección, un nuevo y femenino Frankenstein que, gracias a la ciencia y a los avances médicos y tecnológicos despojados de ética, logra encarnar en sí misma el ideal de juventud, belleza y frío raciocinio. Mujer para quien parece no haber límites, sólo los impuestos por su viejo mentor y creador, el Dr. Castells, así como los que ella misma descubre en sus propia y perversa naturaleza, torcida ya desde un inicio y que alcanza su máxima expresión en una extraña filia sexual que mezcla el placer con la muerte, filia que amenaza con volverse su único talón Aquiles.

            Como se puede apreciar, es amplio el abanico de posibilidades que presenta el libro de Verónica Miranda. En él no solamente son diversos los temas y los personajes, también cada cuento posee su estilo, su determinada forma narrativa que va de la mano con lo que se cuenta, por lo que la escritura puede pasar de la primera a la segunda o tercera persona, puede bien pasar de un tono lúgubre y melancólico, al erótico, la ironía y el desenfado, así como sus historias pueden ocurrir en cualquier lugar y en cualquier momento histórico, por lo que cada cuento es, en sí mismo, un microcosmos independiente del otro, pero unido por la pluma y el estilo de Verónica Miranda.

            Con La Conjura de los Monstruos, Verónica Miranda no sólo mantiene vigente su estilo y su pluma, sino que parece perfilarse como una escritora que tiene la capacidad de escribir efectivas historias que finalizan en libros redondos.    

       

                                                                            Marco Aurelio Vega. 

  


viernes, 23 de abril de 2021

El tiempo es un fatality perfecto

 
 
Después de un par de meses en que no he visto a mi hermano, luego de un mes de aislamiento a causa del coronavirus, pues lamentablemente él se contagió en su trabajo, lo he vuelto a ver ayer y después del bajón y de la larga charla, al momento de la despedida me ha pedido que haga un espacio el fin de semana para ir al cine (ya poco antes de la pandemia había perdido el hábito de frecuentar los cines para pasar directamente a las páginas piratas en mi lap y evitar los traslados y, sobre todo, la gente) para ver la nueva versión de la película basada en el mítico videojuego Mortal Kombat.
            Y anda que ahí viene en un instante el madrazo del tiempo como un uppercut de esos que te vuela la cabeza estilo Jhonny Cage (ya sabía del chisme de la película pero no me había detenido a ver los trailers ni nada al respecto).
            Espérate cabrón, ¿una nueva película del videojuego que marcó mi insignificante y putrefacta infancia con un nuevo personaje sin precedente alguno en los más de once títulos del juego, diseñado para amarrar a las nuevas generaciones? ¡Verga! ¿Pues cuánto tiempo ha pasado? Mi nuevo poder adquirido de memoria de chavorruques se pone en alerta, los recuerdos se agolpan y la cantidad de ellos se contrapone a la enfermiza impresión de sentir “como si apenas fuera ayer”… uta madre, no sólo comienzo a pensar como ruco sino que empiezo a actuar como uno, pues provocado por la invitación de mi hermano, por la película que para la franquicia de los fatalities vendría a ser su tercera transición generacional y para mi un preámbulo de la cuarta, vengo a instalarme ante el teclado para revelar una entrada más de la memoria de este chavorruco de Ojo Sin Párpado. 
            Para inicios de 1993 era un imberbe mocoso de nueve años que tempranamente aprendí el arte “cortar los clavales” por cada mandado a las tortillas, los bolillos, el refresco, las verduras, etc., a todo le aumentaba 10, 20 o 50 centavos (en ese año acababa de entrar en circulación el nuevo peso mexicano y estábamos a la entradita de una de las peores crisis económicas… pero yo qué fregados iba a saber de eso, si mis preocupaciones era que no me hicieran bolita en el salón de clase frente a Fernandita, no perder los pocos pesos del lunch jugando a las canicas, hacer mi tarea y juntar para el arbitraje del partido del fútbol del domingo ), para aprovechar las tardes de juego y salir disparado rumbo a la tienda de la esquina que tenía en la entrada dos maquinitas o arcadias con las últimas dos novedades del momento en nuestro país (para en ese momento las “novedades” del viejo continente,  niponas y gabachas, todavía llegaban con meses o años de atraso): Sunset Riders (sí, el juego de disparos con cuatro vaqueros de trajes y balas con colores ultra chillantes)  y Mortal Kombat. Obvio, ahí se juntaba la barriada y los morros más grandes se agandallaban las maquinitas, si era el caso no me tocaba de otra más que mirar o esperar el turno para echar la reta, de la que generalmente salía perdiendo.  Mi amigo Jorch, un amigo de mi misma edad, me llevaba a otra tienda donde tenían la maquinita de Contra y Súper Mario World 3, pero no era lo mismo, irremediablemente volvía Mortal Kombat, que por mucho superaba en mi hit al afamado Street Figther II.
            Los tiempos del agandalle y la espera en las maquinitas de la tienda y en las chispas de los centros comerciales (centros de entretenimiento –para algunos de culto, me incluyo–que han ido desapareciendo como lo hicieron los blockbusters y los videocentros) terminaron cuando mi padre me regaló un Súper Nintendo. Poco tiempo después llegó a mis manos el cartucho de Mortal Kombat y entonces me volví el pinche amo. Claro, del barrio no era el único con una consola, así que era tradición que entre la morriza que teníamos el chance de tener un súper Nintendo en casa (es decir, jefes que nos las patrocinaran), intercambiábamos en préstamo los cartuchos, y como el mío era uno de los más solicitados, me daba el lujo de agregar condiciones extras como: dos cartuchos por uno, algún truco o contraseña del juego en turno, un cargo extra de cinco pesos por el préstamo, o cualquier otra cosa que me instinto bisnero me indicara.
            Fue en uno de esos trueques que un vato me prestó un casete junto con un número de la revista Club Nintendo. Al llegar a casa y después de media hora de jugar un nefasto juego de carreras, dejé a un lado el control y abrí la revista. No sólo se trataba de trucos y novedades sobre el emergente y apabullante mundo de los videojuegos (para finales de 1993 Sony se preparaba para entrar al mercado con la primera Play Station, mientras Nintendo detallaba el proyecto Ultra 64 que finalmente conoceríamos en 1994 como el Nintendo 64), también habían secciones sobre avances tecnológicos, preguntas y respuestas, curiosidades sobre el desarrollo creativos de los videojuegos, así como una sección que me gustaba bastante que consistía en explicar, más bien traducir, la historia y final o finales de los videojuegos, ya que prácticamente y por obvias razones, todos los videojuegos estaban subtitulados y hablados en inglés.
Pronto me hice asiduo lector y durante el transcurso del mes ahorraba los diez pesos que costaba la publicación. Así transcurrieron algunos meses entre la escuela, los juegos con los amigos de la cuadra (chismógrafo, coleadas, hoyo, soccer, cebollitas, etc.,), los videojuegos y las revistas de videojuegos y dinosaurios. Hasta que en Agosto de 1993 pude presenciar en las arcadias y en toda su gloria el tan esperado Mortal Kombat II. Entonces sí que explotó mi cerebro, aquello era genial. MK era bueno, sí, el inicio de una gran saga, pero MK II fue la entrega que realmente le dio personalidad al videojuego. Ed Boon y John Tobias habían logrado la mejor secuela para un juego de peleas. A partir de ese momento se desbordó la mortalmanía en mí, y en septiembre de ese mismo año Club Nintendo anunciaba la llegada de Mortal Kombat II para el Súper Nes, y para el número de octubre ya había todo un reportaje en el que se aseguraba que la traslación del formato arcade a la consola de 32 bits conservaba todas las características del original. Estaba emocionado.
Cuando lo jugué por primera vez en mi casa, solo, no sabía lo importante que se volvería para mí ese juego, en conjunto con la revista ya mencionada, por dos razones: la primera por el juego en sí mismo. Los personajes, los escenarios, el grado de violencia (los fatalities marcaron un antes y después en los videojuegos de peleas), la música y el diseño artístico empleado me fascinaron e impregnaron mi precoz gusto por lo lúgubre y la fantasía, y porque fueron horas de diversión que compartí con mi hermano y mis amigos. Y en segunda, porque poco tiempo después en un número de Club Nintendo encontré la historia y los finales de los personajes de Mortal Kombat II, de los que ya tenía esbozos por mis horas de juego. Sin embargo, al leer me percaté inmediatamente que se trataba de una historia más compleja y rica de la que imaginé en un principio. Estaba ante un universo nuevo donde la tierra se veía amenazada por un mundo de otra dimensión, un mundo que ya había absorbido a otros mundos y reinos, una línea argumental que entreveraba personajes de otras especies (shokans, raptors, tarkatanos, seres espectrales, entre otros) así como intrigas de antiguos clanes, emperadores fascistoídes,  conspiraciones entre brujos, hechiceros y dioses, así como entre humanos que se dividían en los protectores de la tierra y los aliados al outworld, escenarios fantásticos y mucha violencia. Estaba ante lo que me parecía una gran historia, pero claro, se trataba de un videojuego de peleas, no de un RPG o de un libro de aventuras, por lo que el hilo argumental me fascinaba pero no era prioritario para el juego, por lo que encontraba huecos en la historia que yo empecé a llenar en mi imaginación. Ya no me bastaba sólo saber lo que el videojuego mostraba de los personajes y sus historias, sabía que el universo MK también existía en cómic, pero me era inaccesible. Hasta que sucedió que aburrido y fastidiado, tomé un cuaderno tamaño profesional, un bolígrafo y bajo el influjo de Scorpion, Raiden, Goro y los antiguos dioses, comencé a escribir la historia de una batalla y de un conflicto entre cinco reinos de una realidad mítica. Cuando releí por primera vez las tres primeras hojas de lo que había escrito, pude ver a los personajes y las escenas, me gustaba lo que veía y sentí la necesidad de seguir escribiendo. Así lo hice en los días consecutivos que se volvieron semanas, luego meses, hasta que me terminé las hojas del cuaderno. Era un mocoso de casi once años, ¿qué iba yo a saber que a la postre de los años terminaría dedicando mi vida a la literatura (ajena)? Bueno, pero esa es otra historia.
En 1995 llegaba a los cines Mortal Kombat la película. ¡Utaaaaa madre! Entonces mi padre, que andaba de “queda bien” porque hacia poco se le había venido el teatrito abajo con su “capillita”, ni tarde ni perezoso aprovechó un sábado por la tarde para llevarnos al cine. En ese momento, a final de cuentas un niño, poco o nada pensaba en los problemas de mis padres, yo estaba fregonamente enajenado en el mundo de la fantasía: los juegos, las revistas, los primeros libros y los amigos del barrio. Ahora se sumaba la escritura y el estreno de la película de mi juego favorito.
La película resultó ser un churro infumable, pero a mí me salvaba los últimos dejos de inocencia y mi mortalmanía. Esa tarde yo la había pasado poca madre. Había estado con mi padre, mis hermanos y se había pegado mi amigo de aula y de juego, el buen Víctor alías el “were were”, después fuimos a comer hotdogs y hamburguesas y a mi amigo y a mí todavía nos alcanzó la euforia para rematar con unos combates de MK II.
La franquicia de los friendships y babalities logró con su segunda entrega no sólo un juego memorable, sino que fue el inicio de una marca que sigue lucrando con morbo, violencia y sangre, hasta nuestros días, no obstante haber pasado por difíciles momentos en que se daba por muerta la saga, gracias a nefastos títulos para diferentes plataformas, hasta que con MK IX el torneo del dragón volvió a la vida.
A mí me pasó lo que me tenía que pasar. Seguí jugando mientras seguía creciendo, llegó MK 3, Ultimate MK 3 y MK Mithologies: Sub Zero, que fue hasta donde me quedé, pues ya en ese momento empezaba a perder el interés por los vídeojuegos, ahora estaban más presentes los libros, la música, el cine, las chicas. Me alejé de las consolas hasta que pocos años atrás me sorprendió el MK IX para X Box en casa de mi hermano y no me pude resistir, volví a tomar el control.    
¿Qué si voy a ir al cine con mi carnal? Claro que sí, pero no porque espere algo de la película, no porque me interesen los efectos especiales o si por fin le harán honor al universo MK con una película digna, no porque vaya a regresar casa a jugar con la nostalgia eufórica de los viejos tiempos. Iré simplemente por el gusto de pasarla bien con mi carnal, y para cumplir con este cursi ritual de chavorruco que ha motivado el vómito de estas letras. Que otros se encarguen de reseñas y críticas especializadas. Yo sólo pasaba por aquí para recordarte que el tiempo es un fatality perfecto.   
                  

sábado, 14 de octubre de 2017

Península Hamartia (otros poemas)

Inhumación celestial  

…troza mis huesos   
                      regresa mis brazos rodeando las rodillas      
                                                      llévame al encuentro con la montaña          
                                        abre mis carnes     
   secciona mi cabeza       
                                                      y esparce mi grasa sobre las rocas        
                             
                                  Obsérvame partir con los buitres
                        
                           que me regresan                               
                                                                     a la polución del aire.













Midas zarpa de IO
 
Levar anclas.
En el puerto, astilladas marionetas agitan los adioses.
Una moneda cae al mar y se oxidan los arrecifes. 
Lentos cadáveres emergen de la espuma.  

El que se va, 
se lleva en la médula la savia negra de un árbol, 
higo que nunca deja de ser semilla,
rata que husmea el bubón de su herida,
plaga en las islas tocadas por la luz del faro.
 
En archipiélagos desconocidos,
aquellos muertos se despiden de sí mismos 
que parten en una barca de caoba surcando geometrías imposibles. 

Y no hay nadie que ataje el ojo de un diamante.    

Por en encima de sus ausencias empaladas en relámpagos, 
el que se va arroja una moneda al sol truncado 
y agita el pañuelo al unísono hilo de sus muñecos,
en el puerto de la isla emergida de su sien.  

No hay nadie que atestigüe esta naturaleza muerta.   

Y el galeón avanza,
en su devaneo de murciélago marino, 
hacia un horizonte al que le ha arrojado la tinta de una lepra que diluye el cielo.  

        Zarpa de Io                        









Angustia Matutina

Tuve un sueño:
Una violencia melancólica,
una extraña certidumbre del hado 
me animaba a correr y recorrer el interminable  
laberinto; sin poderme  responder si era yo Teseo
o el Minotauro.                      












 Virgilio se quedó a distancia
anticipando los hechos. 
Dante, sin embargo, se acercó. 
Tú estabas debajo de un árbol gimiente 
cuando el peregrino preguntó sobre tu fatal error. 
Mas nada respondiste. Absorto y desesperado, 
tenías las manos insistiendo en arrancar la poesía
de entre tus entrañas.
             
              El vate guardó silencio   
                  y siguió  de largo entre rocas y árboles gimientes.





  


Nadie supo de quién eran los versos
porque era un absurdo país sin poesía.
Pero yo escuché del ahorcado
algo entre el estertor parecido a un balbuceo,
quizá un recuerdo,
una promesa,
quizá un conjuro:
Verrá la morte
e avrá i tuoi occhi.








 Arrepentimiento póstumo
  
El hombre ha dejado el cayado junto al libro
y ha tomado el arado y su hacha.
Ya no levanta plegarias y 
ha dejado en silencio los antiguos, peregrinos mantras.
 
Ahora con esposa, 
con su pequeño niño, su tierra y su casa, 
el hombre cree haber alcanzado la paz 
que los manes le prometieron en la noche de su advenimiento.
  
Sin embargo, y aunque negarlo quisiera con todas sus fuerzas, 
en su lecho una voz sisea 
el final de una terrible fábula:
    
“Ya no eres árbol, te arrancaste, te moviste, 
te has negado, te has secado.
¡Maldito, maldito si aún crees que eres árbol!”.








 Retrato
                  En el hueso la cicatriz siempre granate,
                  afuera, un rostro apenas desierto.  
                  Gólgota la frontera,
                  la única patria es el cuerpo del hombre,
                  la única realidad es la que establece su mente con el mundo.
Fiel a su cita  
–todo hombre ulcerado del espíritu es prófugo–,
se le acusó en juventud del crimen al que condena la miseria,
entre la gente del pueblo y los beodos se le creyó un líder zelota.
los cristianos lo maldijeron con la señal de “El liberado”,
la mujer que le atendía mesa y lecho lo abandonó
al suponer que estaba poseído por el espíritu de un mesías crucificado.
En un cofre de odio secreto guardó el recuerdo de una mujer de labio leporino, el hijo muerto de ambos y un balbuceo
como alegato en el momento de la lapidación.
 Lázaro lo halló igual al resto de los hijos de Adán:
excepcional en nada.  
Compartió con él la hogaza sin cebada
con emboque a cadáver que iguala a los mortales.
Maldito desde el vientre,
en la guarida de su hígado ya asomaba el 
futuro fantasma cainita del parricidio.
Unánime entre los eruditos de quimeras es que su único crimen famoso fue participar en el gran incendio de Roma.
Después, nada o poco se escribe de aquella sombra de la ficción
que posee algo de todos los hombres.

Sólo Pär Lagerkvist aventura un drama divino, 
la vida de un hombre reducida a un acto, un signo:
Fiel a su cita,
el criminal deja que el procurador romano tache el nombre de su dios que al reverso de su placa de esclavo inscribió el amigo
que habrá de ser crucificado,
mientras él libra nuevamente el suplicio.
Después de la delación
                                          ya nada lo une con nadie.
Decenios después de su segunda absolución,
sólo un evangelista entendió la profunda
soledad del viejo incendiario cuando 
coincidieron en la misma celda y,acedo, 
mientras miraba los ojos hundidos reconociendo a Barrabás,
 sentenció: 
“es un desdichado, dejadlo en paz…
no se puede juzgar a un hombre por no tener Dios.”




sábado, 30 de septiembre de 2017

Supresión 6/96

Supresión 6/96








Mala Curda Editorial  
Ciudad de México, 2017.






                       






El hecho de que yo exista prueba que el mundo no tiene sentido.”
                                                                                                                      E.M. Cioran.


















Si tuviera automóvil seguro ya me hubiera matado
o estaría cuesta abajo camino al Hotel Paraíso.
Últimas dos copas y nos vamos… bueno, no hay que olvidar la anforita del camino
            aunque no haya salido de la habitación sin puerta.
¿Para qué la televisión encendida si el documental sobre los copos de nieve fue
     [interrumpido?
            A mi familia le parece una mentira el calentamiento global.
            Me asomo a la ventana y encuentro un cielo espeso de nubes
            cocido de tentáculos. Dicen que la abuela vendrá a casa con los tíos,
            también la acompaña su pantalla de plasma.  
            ¿En que momento han llegado? Mi hermano me dice que un tiburón está
            parasitando en mis nervios. Qué pronto estaré bien
            “sin embargo, ya no podrás cambiar al que fuiste y
            tampoco rescatar al que serás…”
Voy por el río que navegaron tus ancestros
voy como una piedra sin peso
voy al enigma que no descifras
voy a morderte el nombre
el hogar desconocido que es tu cuerpo.
“Los copos de nieve se componen de cristales de hielo formados por el congelamiento de una gota de agua que envuelve a cualquier partícula que se encuentre suspendida en la nube (una mota de polvo, de ceniza humana, un huevecillo, polen). Si la temperatura en la nube es adecuada (12-13°C), la gota de agua transmuta en cristal adquiriendo la forma de prisma hexagonal. Las ramas arbóreas del cristal adquieren diversas formas dependiendo de condiciones ambientales como la presión, temperatura, cantidad de agua… conforme dichas condiciones cambian, la forma de los copos también varea.”

Me siento vulnerable cuando estoy perdido.
Mi amiga de la infancia me regaló una flor ojo de gato
para siempre rastrear el camino indicado.
Sin embargo, hoy mi mano está vacía,
es de noche y camino por calles que no conozco
y que viran como cola de rata.
Creo estar en un laberinto parecido al de Ecatepec. Lo sé porque
el teleférico se suspende sobre de mí con su ritmo inmolado, 
la gente truena cohetes, retocan San juditas y Niñas blancas y
en la esquina tropiezo con un niño que alimenta perros con la ofrenda de un gorrión.  

Aprieto la mano como si en ella estuviera la flor felina y acelero el paso.
A alguien estoy buscando o alguien me persigue, o las dos cosas. En este barrio
los críos juegan a los halcones picoteando marinos,
en este barrio algo va a pasar porque en el cielo los tentáculos
están congelando el dióxido de carbono y la bóveda es una canica
gris que se muerde la cola,
los teléfonos públicos timbran llamadas que nadie contesta,
mientras en las calles la gente se prepara para lo que parece una mascarada
en una noche que se ha prolongado por tres días.
Zigzaguean casas sobre cunetas desproporcionadas,
barrancas donde han llegado a morir los sofás pringosos,
los colchones enchinchados,
los “firulais”, “los solovinos”, los juguetes de plástico,
los monitores, teclados y uno que otro dealer ejecutado
que oculta el rostro en el ojo de la pus. Tropiezo, tengo frío,
siento como si estuviera vagando con la vista empeñada de alquitrán y
con el estómago enjuto a la espina del nervio.
Todo en estas calles estrechas tiene el cariz de una manada de elefantes
despeñándose lentamente entre chinampas de basura electrónica,
hasta que llego a una casa en la que intuyo tengo que entrar porque es
la puerta del cráneo que he soñado en reiterados platos de sopa.
Cruzo sin anunciarme en el picaporte que es un pregón desdentado…   

Hay cortes comerciales que aterrorizan, hay aviones de los que creí nunca iba a bajar.
Conocí la nieve en Bergen, la tarde en que tú cumpliste el primer mes en Katmandú, Nepal.
Escribí las cartas que prometí y salí de la cabaña
para fotografiar los primeros cristales. Tenías razón:
es como asomarse a un árbol perfectamente geométrico y transparente,
un ojo en el que se revela lo que sé de mí mismo.
¿Porqué entonces el fuego adentro de mi cuerpo?
¿De dónde el calor que me sofoca?
 No hay un copo de nieve igual a otro…
pero arder siempre es la misma brasa adentro.


Madre ha preparado un chocolate que no se enfría.
La abuela está enferma, se ve tan mal como yo,
las sábanas se adhieren a la piel cortante de sudor frío. La tía Lucrecia no cesa
de comentar sobre la larga noche de tres días,
son los mismos días que los niños se han negado a dormir.
A nadie parece importarle el hervor excesivo de un pato que se cocina.
En la pantalla una voz da inicio a un documental sobre suicidas contemporáneos.
Tío Procusto tampoco reacciona a las arcadas que me sacuden
pese a que algo busca en mi rostro que quizá haya dejado de ser mi rostro para ser
el de una piedra que está pariendo hormigas carmesís,
no sé dónde está el chingado miedo que debería estar sintiendo,
pero me fascinan los efectos 3D de la pantalla 52 pulgadas,
tiemblo, adentro de mis venas el tiburón ha olido el pato que no deja de graznar,
pienso en morderme los codos, meter los nudillos en fuego azul,
en la pantalla un hombre salta desde un reloj con doble nudo en el cuello
y tío Procusto se pone de píe junto al sofá y
sin dejar de observarme sin observar
(como esos robots recitadores de tweets)
 Anuncia, cual pregón desdentado, parte del Manual Merck, página 642:
 Una serie continua de síntomas y signos acompaña a la supresión de alcohol, comenzando generalmente 24 a 48h tras el cese del ingreso, aun cuando pueden no ocurrir hasta tres semanas después de la supresión, o pueden comenzar durante un período de ingreso elevado de alcohol. El síndrome de abstinencia leve, comprende temblor, debilidad, sudación, hiperreflexia y síntomas gastrointestinales. El síndrome de abstinencia grave o delirium tremens, comienza con ataques de ansiedad, confusión progresiva, mal sueño, sudación profusa y una depresión profunda. […]

Claro, no siempre fue así.
En algún momento de mi vida tuve la oportunidad de entrar en mí
y cantar colores que adormilan astillas,
orquestar la luz que un tiempo se posó en mis manos.

[…] La habilidad autonómica, manifestada por diaforesis y aumento de la frecuencia del pulso y la temperatura, acompaña al delirio y guarda paralelo con su progreso. El delirio leve suele ir acompañado de diaforesis marcada, una frecuencia del pulso de 100 a 120 por minuto y una temperatura de 37,2 ° a 37,8° Celsius. El delirio marcado, con gran desorientación y disrupción cognitiva, está asociada a una marcada inquietud, un pulso mayor de 120 por minuto y una temperatura mayor de 37,8° Celsius (100°F).
Y cómo hacemos con el tiempo consumido si la bicicleta fue estropeada.
Yo soy un viajero que ha varado en cómodas cunetas. 
Yo, coleccionista de alas de mosca.
Yo, lápida en la última silla del comedor.
Yo, la mueca del cordero sacrificado.
Yo, zoo-hombre-mujer miel veces rota. 
Yo, la sangre que será derramada para los peces del pleistoceno.  

        Inicialmente pueden producirse alucinaciones fugaces e ilusiones nocturnas que producen miedo e inquietud. […]Las alucinaciones visuales de animales son frecuentes y, muchas veces, inducen terror. Conforme el delirio progresa, se desarrolla un temblor grosero persistente de la mano en reposo, extendiéndose a veces a la cabeza y el tronco. Hay una ataxia marcada; se debe cuidar de que no se produzcan autolesiones.

Tengo lluvia ácida en los bolsillo que quise obsequiar,
en una hebra de hilo he ensartado dos copos de nieve que guardo en un sobre tristemente
                       [azul.
Tengo un ojo de gato que me avisa de las redadas policiales.
Tengo un mensaje no visto en la bandeja de entrada
donde sospechas que si en un futuro volvemos a coincidir,
lo haremos dentro del cadáver de un unicornio.   
[…]
Los pacientes con cirrosis y coma hepático inminente quedan embotados, letárgicos y estuporosos y desarrollan un temblor <<con aleteo>> al poner los brazos en extensión.

Pero no vuelan,
Estos mis amigos no
saben hacer burbujas con goma de mascar.
No saben amar sin secar con sus dedos la cérvix del árbol,
No supieron cuidar de un pequeño cristal de nieve,
no supieron mantenerse dignos.       
[…]
La psicosis de Korsakoff puede comenzar insidiosamente o puede seguir súbitamente a una serie de brotes de delirium tremens. A diferencia del paciente con delirio, un alcohólico con este trastorno, se halla a gusto, más bien alegre y generalmente no comprende las cosas.
Mis amigos no saben volar
pero penden de sus cuellos y se mueven a través de una cuerda que sale de la pantalla 3D.
(pinche tecnología del entretenimiento pendejo, nunca deja de sorprenderme)
Ojos desorbitados, algunas lenguas de fuera, una que otra sonrisa,
los suicidas masculinos se bambolean con la verga erecta,
las féminas escurren un líquido transparente entre sus piernas,
–¿Usted está buscando a alguien o alguien lo está buscando a usted? –, me pregunta
la voz del documental, y los amigos y amigas me observan desde sus nudos marinos.
¿Dónde chingados está el pinche miedo que se supone debería estar sintiendo?
¿Dónde las pirañas que las erratas han desatado en los nervios?
No, no soy yo el que  sonríe,
es el tiburón en mi sangre que siempre le han gustado los documentales basura de serie B.   

El pronóstico es malo, porque el paciente generalmente no puede cambiar su fórmula anterior de ingreso excesivo de alcohol; el pronóstico es más grave si se desarrolla también encefalopatía de Wernicke. La encefalopatía de Wernicke generalmente muestra la tríada sintomática de parálisis ocular, ataxia y polineuropatía. Estos pacientes deben recibir grandes dosis de vitaminas del complejo B por vía oral, y 50 mg de tiamina por vía parenteral.

¡¡¡¡¡¡¡Una jeringa!!!!!!!!
¡¡¡¡¡¡Uiu uiu uiu uiu uiu!!!!! Remata el tío Procusto imitando una ambulancia
para inmediatamente callarse y tomar asiento.
De un momento a otro la expresión de idiotez lo abandona.
Tengo hambre y antojo de conejo…
La familia hace mucho tiene su charla en la mesa del comedor.
No amanece,  
tengo mucha sed,
siento poso de cellisca en la garganta
¿No acaso guardaste la caminera?
Sí, la guardaste en el automóvil…
Estamos en el Hotel Paraíso, estamos en la orilla del Himalaya,
en el Klosterhagen de Bergen, en uno de esos cuartos de hotel con espejo en el
techo, allá en la calle de Santo Domingo. --“para El Princess Caña-matacucarachas/ para el Tuxpan Pulque / para el Bolivia Charanda / para el República un par de six’s packs / para el Chopo Vodka con Tepache, para el Habana una botella de ron / para el Brasilia unos Tequilas, en el Frida Kahlo Coca-Cola-light-para-ella, cuartitos de Bacardí para mí, / y en el Toledo… en el Toledo…”-- Estamos en todas las azoteas y nichos  
donde compartimos el trago, las drogas y el amor en una hamaca mecida por un iceberg.
Estoy contigo donde el pasado ha sido generoso con los dos.
Estoy sin ti en la hoja ausente de la carretera que va directo a la colonia Agrícola Oriental.
Estoy sin mí… supresión 6/96…
 y el cuarto se llena de oscuridad líquida,
es como roerse las costillas con los colmillos de una piraña.
Te Extraño, quizá por eso me siento

desnudo,
como si alguien pudiera observar adentro de mis aletas,
como si en Dite hubieran abierto las puertas de la noche adentro de otra noche
y tuviera que buscar una máscara que perdí en una jícara de hotel espeso.
Campanas y cohetes.
Anda, vamos a bailar, vamos a correr por calles que sólo tú conoces,
vamos a meter la yema de los dedos en el aceite de las garnachas,
en el pelaje de los gatos asesinados por los pequeños cárteles de amputados,
vamos a tomarnos las manos para contemplar el movimiento de los tentáculos
en la noche sin estrellas,
vamos a caminar nuestros puestos semifijos,
nuestros puente sin pasamanos,
nuestros parques sin críos,
nuestra fiesta de muertos siempre viva.
Pero estoy solo,
tú no estás en nuestra banca de antaño, tampoco en nuestro mirador chatarra
y  un anuncio de reparación de estufas me recuerda que
a alguien ando buscando pero ya no sé qué espuma de ola da forma a tu rostro,
¿no acaso todo olvido es confusión, trasmutación de imágenes?
¿Si un día te encuentro cómo te habré de abrazar?
¿Hallaré debajo de tu lengua los signos que te nombran?

Voy al pasado del que vengo llegando
los minutos de una flor de enero siguen afectando
el resplandor que se extingue en el alumbrado público
en el asfalto que cruje apenas tres días después de colado
en los cables cálidos de la doble hilera dentada
Tú cuerpo es la ciudad que se deslava en su propia desolación
de tu cuerpo vengo y a tu YO voy
porque para no devorarme a mí mismo
tuve que asesinar primero a mis hermanos
hacer mía su fuerza desde el vientre de nuestra madre
Yo me muevo aquí en la oscuridad
como entre capas de recuerdos   
   Porque vengo de la luz de viejos dioses
de tus fracasos
de tu risa y llanto
fulgor y posma
contigo y pese al éter
con el polvo y la luna
Yo perduro

Buena noche señora cuchillo.
Buena noche señor de cal.
Hola madre roca.
Hola padre lumbrera.
Se me ha hecho tarde pero ya casi no tiemblo.
Ahora cuidaré de un tierno relámpago.
Andaré en bici.
Dejaré una piedra en el palacio de Kumari Ghar.
El escualo ya casi no duele.
Volveré a la meteorología.
Llegaré a casa con jades renovados 
y ustedes estarán contentos de que ya no respire con las cuencas vacías y descarnadas
entonces sabrán que el cadáver de la rata ha regresado a la semilla
para ser el pistilo de una mesa familiar
en el día de mañana que tanto nos prometimos          

Pero no puedo salir de esta fiesta de obesos cropo-cropo.
Estoy adentro de la risa idiota
de un jolgorio que festeja mi incertidumbre,
mi desnudez,
mi hueco de ojo de gato,
la sed terrible en los dientes del nervio.

Filicidas y bubosos me levantan por encima de sus cabezas,
bailan mientras con su manos y muñones
me hacen llegar hasta el muro
donde los acólitos posesos
graffiteán las profecías según http://www.sanjudasbocco.com:      



Días de verano………………………..¡Cuidado con las aves fulminada!
Edicto de la falsa espada…………………….Tzompantli de sexenio X 1000
Astilla de luz en la retina……………………Cárcel digital la imagen y el instante   
Un dos tres por el niño goma-de-opio…………….Rostro desollado
Asteroide en los pulmones…………………………….Bacanal en Realidad Virtual
Dama de la fosa y la zanja………………………….Desesperanza la primera plana   
 Conspiración en el nido de la sierpe…………..Redada policiaca en la casa del árbol
………………Este tren dejará de dar servicio……………
………………Favor de abandonar el vagón…………….. 
Próxima estación:
¡AL SOL SE LO HA TRAGADO EL DIOS DE TODOS LOS TENTÁCULOS!

Cuando llegues a Aurlandsvangen no olvides
bañarte en su fiordo y preguntar al aire
¿qué manos dan forma a los perfectos cristales de nieve?
¿Si fueran de mercurio tendrían una vida más larga?
¿De qué éter se alimentan los copos de nieve?
¿Si tuvieras un auto-volador
vendrías por mí al centro de un prisma cristalino?

Sí, dejé ese último Tonayán debajo del asiento.
Tomaré un largo trago y dejaré de vomitar
palomas negras que mueren en el pavimento.
Estómago, asiéntate.
Garganta, deja de sudar.
Hígado, deja de temblar.
Cuerpo, déjame de doler.
Despierta, vamos, ya es de noche nuevamente
y nos divide el mar, una ciudad,
un largo y lejano trago,
un mal sueño del que no podemos salir.

Adiós madre, adiós padre.
Del colmillo de una serpiente pende mi cadáver.
No vayan por él o jamás podrán salir de la fiesta perpetua,
de la larga noche en que la gente se apiña contra los escenarios
donde jóvenes con el tiro de gracias bailan reggaetón
y madres desdentadas levantan oraciones impronunciables al dios de todos los tentáculos.
Ya no hay camino posible,
animales muertos,
esperpentos dializados,
mujeres en silla de ruedas,
bebés con barbitúricos criados, han tomado todas las calles y los deshuesaderos
donde los miembros del escuadrón de la muerte
cantan canciones de José José y piden, borrachos,
crucifiquen a un mesías que se ha negado a convertir
la sangre de los desaparecidos en alcohol.
Suenan altas trompetas de metal…
                                                        Aquí siempre es carnaval.

Vengo de tu sangre espesa
de tus ojos sin azogue
de tu vientre deshabitado
Vengo de ti para habitarte de sal
azufre donde mis colmillos te abrazan
recuerdo vital de los hermanos devorados
El que fuiste ayer
ahora numen en el agua de mis entrañas
en donde me muevo con total libertad
Te muerdo
Tú mueres
Yo perduro
Soy todos los abismos de todos los mares y conmigo está tu nombre.

Dice mi hermano que un tiburón parasita en mis nervios
pero que pronto estaré bien.
Estoy cansado, no amanece.
La ánfora está vacía, debí guardar un último trago,
me duelen las entrañas, sigo sudando posma.
Estoy solo, rodeado de fantasmas que se retiran de mi cuarto,
tiritando en mi propio vómito,
llorando pirañas por los viejos días en Noruega,
por los viejos días en la ciudad de México,
por los viejos días en que beber era un asunto de juegos artificiales,
una ventana por la que asoman los ya hora viejos amigos invisibles,
una fiesta de muchos rostros difuminados por el humo,
un amanecer espasmódico que anuncia la hora del jerez
para regresar nocturno a mi cuerpo que ahora desconozco
y del que tengo una única certeza,
palabras susurradas por un tiburón que me busca y al que busco:
“Aunque tu sangre quede limpia, nada importa:
            ya no podrás recatar al que fuiste y
          tampoco cambiar al que serás…”
Allá en un cristal de nieve, lejano, ciego en mí mismo,
los primeros rayos del sol
se confunden con la intolerable luz de una ambulancia.




Los monstruos de Verónica Miranda, conjurados en un libro

Quienes han leído la poesía y narrativa de Verónica Miranda, a través de diversas publicaciones y antologías disgregadas en la escena de la ...