Quienes han leído la poesía y narrativa de Verónica Miranda, a través de diversas publicaciones y antologías disgregadas en la escena de la literatura independiente nacional, saben que la también vocalista de la banda Mors, se caracteriza por mantener un estilo y una estética que se ha consolidado en proyectos robustos que ven la luz en este 2021.
Pocos meses atrás, la editorial El Viaje y el Camino ya
daba el salto con esta escritora, editando el libro de poesía: Jaulas. Ahora, para rematar el año,
Verónica Miranda lanza la segunda edición de su libro de cuentos: La Conjura de los Monstruos (El Viaje y
el Camino, 2021).
Conformado por once piezas narrativas, La Conjura de los Monstruos es una travesía
atemporal y sin territorio fijo entre el terror, la fantasía y la sórdida mente
de los personajes y sus historias, tan disimiles una de otras, tanto en ritmo
como en temas. En evidente in crescendo, el libro abre con el cuento Las uñas,
texto que relata el emotivo encuentro entre una chica que busca las uñas
enterradas de su abuela y un viejo caracol que gusta de narrar sus recuerdos;
subrayo su carácter emotivo porque es, quizá, el único cuento del libro en que
Verónica Miranda conecta con una persona de su realidad inmediata: su abuela;
en lo que también puede ser un claro homenaje, mientras que para el lector es
un primer umbral que puede despistar al incauto, pues el cuento 9, 10,18, 22,
23, irrumpe con violencia brutal y cruda, donde la narración se torna denuncia
ante el deshumanizado accionar del ejército, imagen no ajena para cualquiera
que conozca un mínimo de historia nacional, pero que en el cuento de Miranda
toma forma de una pesadilla que envuelve al lector.
Ramsés I, Ella momia y Mors y el monstruo, son cuentos
que tienen en común a personajes protagonistas que remiten a los clásicos
monstruos del cine, nos referimos al hombre lobo, la momia y el monstruo de la
laguna negra, pero sólo eso, porque de ahí en adelante, los personajes de
Miranda se desarrollan en contextos y circunstancias inauditas, originales. Desde
la desquiciante Ciudad de México y sus arrabales, hasta salas de museos y las
aguas del Amazonas.
Zenobia y Entre familia, son dos cuentos en los que
Miranda muestra su gusto por la Historia, pues en ellos logra recrear el
ambiente idóneo para narrar dos piezas que tienen su trasfondo legendario: el
mundo de circo y la vida de los siameses (Entre familia), y las grandes construcciones
erigidas sobre sobre fosas comunes a manera de cimientos (Zonobia). Dos piezas
bien logradas en las que es fácil olvidar, por un momento, las pantallas y las
notificaciones de nuestro presente digital.
El ser humano, el más ominoso de los monstruos, encuentra
su variopinta exhibición de vilezas en los cuentos Burdel, Las mieles y
Somatropina, cuentos que merecen una mención aparte y que podría abarcar varias
cuartillas. Aquí nos basta con resaltar el claro y bien atinado tono erótico y
patético del cuento Burdel. La miseria humana toma su justo lugar en este
libro, con el cuento Las mieles, cuento que bien podría ser el retrato de una
venganza pintado con alcohol, cocaína, anfetas y mucho odio, texto en el que
también se confirma que los peores monstruos son casi siempre el resultado de
viejos demonios, monstruos que pasan de ser víctimas a victimarios.
Somatropina, por otra parte, también exhibe parte de la
miseria humana, pero desde la perspectiva contraria, desde la perspectiva de un
monstruo henchido de vanidad que ha logrado la perfección, un nuevo y femenino
Frankenstein que, gracias a la ciencia y a los avances médicos y tecnológicos
despojados de ética, logra encarnar en sí misma el ideal de juventud, belleza y
frío raciocinio. Mujer para quien parece no haber límites, sólo los impuestos
por su viejo mentor y creador, el Dr. Castells, así como los que ella misma
descubre en sus propia y perversa naturaleza, torcida ya desde un inicio y que
alcanza su máxima expresión en una extraña filia sexual que mezcla el placer
con la muerte, filia que amenaza con volverse su único talón Aquiles.
Como se puede apreciar, es amplio el abanico de
posibilidades que presenta el libro de Verónica Miranda. En él no solamente son
diversos los temas y los personajes, también cada cuento posee su estilo, su
determinada forma narrativa que va de la mano con lo que se cuenta, por lo que
la escritura puede pasar de la primera a la segunda o tercera persona, puede
bien pasar de un tono lúgubre y melancólico, al erótico, la ironía y el
desenfado, así como sus historias pueden ocurrir en cualquier lugar y en
cualquier momento histórico, por lo que cada cuento es, en sí mismo, un
microcosmos independiente del otro, pero unido por la pluma y el estilo de
Verónica Miranda.
Con La Conjura de
los Monstruos, Verónica Miranda no sólo mantiene vigente su estilo y su
pluma, sino que parece perfilarse como una escritora que tiene la capacidad de
escribir efectivas historias que finalizan en libros redondos.
Marco Aurelio Vega.
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